Orar, aprender a hacerlo, mantener un espíritu permanente de plegaria, es una necesidad vital para cada cristiano. La oración es el termómetro que mide la temperatura de mi relación con Dios.
Por ello, desde hace varios años, la Iglesia cuenta con el maravilloso tesoro de los talleres de oración y vida, que, a lo largo y ancho del planeta, han enseñado a millones a hacer un camino de oración y a crecer en su relación con el Señor.