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Homilia del Señor Cardenal Luis José Rueda

Visita del Cardenal

Homilia del Señor Cardenal durante su visita con motivo de nuestras fiestas patronales

Permítame que a pesar de que el centro es la Palabra de Dios y centraremos nuestra atención en ella, permítanme centrarme hoy en nuestro patrono, San Juan XXIII . Él utilizaba un término muy italiano que es aggiornamento, que significa actualización, necesitamos que la iglesia se actualice, que esté en diálogo con el mundo, que entre en capacidad de amistad, de interacción y de servicio. Quiero decir entonces que el Papa Angelo Giuseppe Roncalli era ante todo un buen pastor, y fue conocido como “el Papa Bueno”, por su bondad, por su ternura, por su misericordia, por su cercanía. Recuerdo una anécdota que contaban de San Juan XXIII, cuando empezaba su pontificado, lo entrevistan y le preguntan: “Santo Padre, ¿cuántos trabajan allá en la Santa Sede?” - Y él respondió: “Más o menos la mitad”, tenía buen humor, por favor pídanle al Señor que les de buen genio, a pesar de las dificultades que tengamos en la vida y cuando estén así como melancólicos, como tristes, como confundidos, es que uno necesita primero, un respiro, segundo necesita uno de un paisaje y tercero uno necesita el don del buen humor y de la buena actitud, ustedes pídanle al Señor por intercesión de San Juan XXIII que les de buen humor. Una de las características de la santidad cristiana católica es la alegría, tanto que él escribió un documento pequeñito, que ya casi nadie lo lee, pero que a mí me sirvió mucho siendo seminarista y después como sacerdote, este documento del Papa Juan XXIII y significa gozaos en el Señor, es decir que nuestra alegría sea el Señor y es una frase del Nuevo Testamento. Ahora quiero tomar la palabra de Dios a la luz de la persona y de la personalidad que es San Juan XXIII nuestro patrono.

 

Estamos leyendo al profeta Ezequiel, él está hablando de las imágenes pastoriles del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento era muy fácil entender cuál era la misión de un pastor. Un pastor estaba junto al rebaño y eso lo entienden todavía hoy en día los campesinos, en una ciudad difícilmente, pero ¿cuál es esa imagen del pastor? El pastor es el cuidador, es el cuidador del rebaño, es el vigilante, pero mucho más que vigilante, porque es que el vigilante simplemente está observando y protegiendo, pero es que el pastor es alguien que incluso le pone nombre a sus ovejitas y las conoce con el nombre.

 

O sea, no son ovejas anónimas, sino que él las identifica y les pone nombre y sabe cuándo falta una o cuándo están todas, pero también el mismo rebaño tiene una relación con él. Son animales, pero son capaces de oler al pastor, son capaces de escuchar su voz y dice Jesús en el Evangelio después, a un extraño no lo seguirán. Pero miren los verbos que usa Ezequiel hablándonos del buen pastor, el buen pastor busca la oveja, la trae al rebaño, cura y venda a las que están heridas, a las que están sufriendo, pues eso es la actitud de un cuidador.

 

A mí me alegra encontrar hombres y mujeres que son cuidadores de otros, del que esté enfermo, puede ser un niño, puede ser un anciano, puede ser una persona sola y lo hacen con cariño, lo hacen con ternura. Eso es un pastoreo, eso es una pastoral de cercanía, de no dejar solas a las personas cuando están necesitadas, cuando dependen de nosotros y es una tarea de paciencia, es una tarea de cariño, es una tarea de caridad. Así como también nos sorprende cuando un cuidador se distrae con su celular, con su computador, se puede escuchar música y la persona que está bajo su cuidado, mire a ver cómo se defiende y las personas que lo contrataron, que generalmente son familiares, se van a trabajar tranquilos diciendo dejamos a mi madre o dejamos a mi hermano bajo el cuidado de alguien, pero esa persona muchas veces toma unas actitudes de agresividad que no corresponden al pastoreo, ni al cuidado, ni a la dignidad de las personas. Me alegra encontrar entonces personas que sí tienen esa capacidad de ser cuidadores.

Pídanle al Señor por intercesión de San Juan XXIII que les de buen humor

 

 

Después en el Evangelio el Señor Jesús va a hablar también del pastoreo y en el Salmo estábamos escuchando que Él, el Señor, es nuestro pastor, es el que cuida cada uno de nosotros y lo necesitamos y Él se convierte no solamente en el pastor que no huye ante las amenazas del lobo y no nos abandona cuando hay presiones, cuando hay calumnias, cuando hay persecuciones, cuando hay odios, cuando hay guerras, sino que permanece. Ustedes recuerdan algo que pasó, gracias a Dios ya terminó, al menos hubo un cese al juego en la franja de Gaza, pero fueron dos años desde el 7 de octubre del 2023 que empezó una tragedia y murieron más de 70 mil personas y murieron también muchos niños, pero allá en Gaza estaba el párroco, ellos no son católicos todos, pero allí estaba un párroco, ¿pastoreando a quién? a la humanidad “pero es que ellos son palestinos”, pero son seres humanos y puede ser que haya un grupito pequeñito de católicos en la franja de Gaza, pero la iglesia tenía allí un párroco para pastorear y Él se quedó, bombardeos y Él allí, dos años de tragedia y Él allí, muerte de muchas personas y Él acompañando, Él curando, Él salió herido en una de los empates que hubo en la guerra, salió herido, pero estaba herido por estar con el rebaño, por estar con el pastoreo, por ser un buen pastor y el Papa Francisco, de feliz memoria, muy parecido también a Juan XXIII, lo llamaba todos los días, en medio de la guerra y del conflicto, una llamada telefónica para decirle “El Papa y la iglesia acompaña al párroco de la franja de Gaza”, acompaña al que debe acompañar a los que están sufriendo allí, cuida al cuidador y eso es muy importante, alguien que esté pendiente de otros, pues esa es la tarea del Padre Santiago y esa es la tarea que el Señor nos ha confiado a nosotros, cuidar el rebaño y puede ser que salgamos heridos por estar al frente, por estar cuidando, por estar defendiendo, por estar curando, puede ser que salgamos heridos, pero el Papa Francisco decía algo, prefiero y eso se lo aplico a los sacerdotes y a las religiosas y a un papá y una mamá que son pastores del pequeño rebaño que es su propio hogar, ustedes son cuidadores, son pastores y pastoras de su propio rebaño, de su propia iglesia que es el hogar, dicen prefiero un pastor, una pastora, prefiero una iglesia que resulte herida por estar sirviendo que una pastora o un pastor que se enferme por estar encerrado cuidándose a sí mismo, porque es que ciertamente la vida es un don, pero la vida del pastor es para darla, por eso en el examen que le hace al final del capítulo 21 del Evangelio de San Juan el Señor Jesús resucitado a su querido discípulo Pedro, le preguntan tres veces me amas y si me amas pastorea el rebaño, es que la actitud del pastor, de la pastora, ustedes mamás que pastorean, ustedes que cuidan su rebaño, a sus hijos, a sus nietos, ustedes papás y nosotros los ministros ordenados, es una misión por amor, Pedro me amas, cuida mi rebaño, Pedro me amas, pastorea mi rebaño y si es necesario defender al rebaño con la propia vida, como lo hizo Jesús en la cruz, que de ser pastor se convierta en cordero para dar la vida, para entregar todo por amor, hágalo, porque de eso se trata, de que nosotros los que recibimos la misión, ustedes en su hogar y nosotros en la Iglesia, estemos dispuestos a amar hasta el extremo al estilo de Jesús.

 

Retomo, pienso en Juan XXIII, en la obra que él ha realizado, en la manera cómo actualizó a la Iglesia y en la manera como con cariño y con buen genio, pastoreó la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, que permitió que se transformara la Iglesia y pienso en Ezequiel en el Antiguo Testamento, que nos da la figura de un pastor atento a su rebaño, entregado a su rebaño y miro a Jesús preguntándole a Pedro y mirándolo, no criticándolo, no diciéndole traidor, usted me negó tres veces, sino dándole la oportunidad de que le exprese nuevamente el amor “Pedro, ¿me amas? Pedro, ¿me amas? Pedro, ¿me amas? Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero, pastorea mi rebaño”. Que por amor se renueve la misión de ustedes, papás y mamás, y de nosotros los sacerdotes. Amén.

 

Eucaristía con el señor Cardenal